05-16-2004, 05:57 AM
Lo habÃa dicho la honorabilÃsima Iulia Domna.
Desde que aquella exótica siria, hija del gran sacerdote solar de Edesa (la actual Homs), matrimoniase ni más ni menos que con el emperador Septimio Severo, NADA podÃa palpitar en el orbe SIN su placet. Los viejos romanos que aún leÃan a Catón se ESCANDALIZABAN en privado de los nuevos extraños altares, de la profusión de castrados de piel oscura y de tanto sospechoso cientÃfico y más sospechoso aún filósofo.., SÃ; pero, sus voces estaban de más entre tanta legión satisfecha, tanto tributo conseguido y tanto y tanto PODER: Roma era, SIN matÃz posible, el AMO del orbe, el emperador era el amo de Roma y Iulia Domna HACÃA emperadores.
Por tanto, cuando en 218, la casi divina y siempre temida dama declaró que una revelación le habÃa hecho saber que su hijo, el asesinado emperador Caracalla, se habÃa unido secretamente a su sobrina, Julia Soaemias (Iulia Domna tenÃa una hermana, Julia Maesa, que, una vez alcanzado el trono, trajó con ella a Roma; ésta tuvo, a su vez, dos hijas: Julia Soaemias y Julia Mamaea -en ellas estuvo durante décadas TODO el poder de Roma; los emperadores, sus hijos o esposos, fueron tÃteres en sus manos-), y de ellos habÃa nacido un hijo, ni un susurro de curiosidad fué imaginado e, INMEDIATAMENTE, de los ojos de todos y cada unos de los senadores y demás patricios cayó la venda y vieron con claridad que aquel apuesto chiquillo que hasta entonces, ¡ciegos..!, creÃan era Sexto Vario Avito Basiano, en realidad no era otro que Marco Aurelio Antonio, emperador.
El chaval tenÃa catorce años y ya era un BORRACHO.
El matriarcado familiar decidió, ya en su más tierna niñez, que él ocuparÃa el cargo de gran sacerdote solar que estaba en su familia desde tiempos ancestrales. Fué, pues, entregado a los gremios sacerdotales que lo iniciaron en los herméticos cultos orientales...
Pero, desde que asomó -y fué, cuentan nerviosos los crónistas.., en extremo precoz- el deseo y el vicio en su carne, Elagábal (ESE era su nombre como sacerdote..; aunque, nosotros/as lo conoceremos con la latinizada denominación de Heliogábalo -¡serÃa vergonzoso recordarle con un pomposo nombre imperial que él menos que nadie mereció y más que cualquiera enfangó..!, la Historia es, a veces, MUY justa-) aplicó sus energÃas y su curiosidad a explorar las posibilidades de los licores tracios, los vericuetos de la carne tierna y cómo solaza el ejercicio de la crueldad y la tortura.
Las mujeres de su clan, una vez encumbrado al PODER, volvieron a la corte. Iulia Domna ordenó que borrasen el nombre de Macrino (asesino de Caracalla que, ¡insensato..!, se habÃa atrevido a titularse emperador unos meses...), que arrasasen sus casas y sus campos, se esclavizase a sus parientes y amigos y se entregase sus dos hijos adolescentes al capricho de su nieto.
Se enviaron mensajes a Capri... AllÃ, desde los tiempos en que el médico personal de Augusto, Filonio, ordenó cultivar opio para su dueño, habÃa una plantación célebre por lo super de sus plantas. Era sabido que Tiberio, glotón.., habÃa cogido sus niños favoritos y se habÃa instalado allà para vivir un permanente colocón; que Nerón tomaba diariamente un cuarto de litro de tranquillans, una pócima, artificio de su fÃsico, Andrómaco de Creta, hecha con carne de vÃbora y, además, un 30% de aquel opio; que todo un Tito, imprudente cuando recordaba la carne de Berenice, no habÃa podido evitar morir de una sobredosis del néctar salido de las misteriosas plantas; que Critón, el galeno del gran Trajano, lo recomendaba para el placer del cuerpo cuando el uso de los esclavos albinos es peligroso; y, ¡ay..!, que el mismo Antonino Pio, ¡tan moderado él..!, tan sólo cincuenta años antes como quien dice, se resistÃa a dejar de solazarse en los placeres que proporcionaba el consumo del tesoro de Capri. El viciosillo Heliogábalo cierto es que NUNCA gustó demasiado de las finezas del opio (preferÃa el, digamos.., enfoque dipsomaniaco del rollo -era más guarrete, vaya..; y, ya se sabe que los borrachos y el opio se llevan mal...-); pero, era muy, muy, muy voyeur...
Los mejores esclavos, los más veteranos y capaces, buscaron meticulosamente, entre las cápsulas de la miriada de adormideras negras de la plantación, aquellas perfectas donde hacer las incisiones para que el néctar fuese ex lacte ipso, de aquella "insufrible fragancia pura" que, casi sabrosón, dice el maestro Plinio... Los encargados imperiales expresamente llegados aplicaron la prueba del agua y la del fuego; y, dejaron con toda ceremonia al sol la substancia hasta que, finalmente, ¡SUDÓ! fundiéndose tal como un milagroso jugo recién cogido. No habia duda: arriesgarÃan sus cuellos seguros de la satisfacción del trono; sin más demoras, empaquetaron cuidadosamente el opio mezclándolo con semillas frescas de beleño (tal y como aconsejaba desde antiguo el maestro Menésides) para conservarlo sin mácula y se lo llevaron al emperador.
Aquel adolescente burdamente salvaje se gozó en la patética resistencia de los hijos de Macrino (uno de ellos, se nos dice.., no tenÃa aún vello; y, al otro le faltaban años para la toga viril); a los que, durante dÃas, obligó a consumir opio. Después, celebró sus quince años con el alucinante espectáculo de sus guardianes nubios, colosales machos de ébano, despojando de cualquier tipo de honor y de la más mÃnima dignidad a los pobres infelices. Finalmente, él mismo, empapado de vino griego, los CAPÓ y bebió de la sangre caliente que, en violenta catarata, se vertÃa mientras los chicos morÃan desangrados.
Se cuentan muchas cosas MÃS del reinado de aquel jovencÃsimo MONSTRUO..; ¡ay..!, esa es de las que se pueden contar...
NO llegó a cumplir, afortunadamente, los 18 años: sus mismos pretorianos, HARTOS de él, lo destrozaron con picas, lanzas, puñales, garrotes, puños, cualquier cosa... CorrÃa el año 222.
Roma, entonces, era TODO.
Siempre a su disposición, damas y caballeros.
Jaume de Ponts i Mateu
jaumedeponts@terra.es
Tortosa (Baix Ebre)
-Catalunya/UE-
15/05/04, 2157 hs. p.m.
Desde que aquella exótica siria, hija del gran sacerdote solar de Edesa (la actual Homs), matrimoniase ni más ni menos que con el emperador Septimio Severo, NADA podÃa palpitar en el orbe SIN su placet. Los viejos romanos que aún leÃan a Catón se ESCANDALIZABAN en privado de los nuevos extraños altares, de la profusión de castrados de piel oscura y de tanto sospechoso cientÃfico y más sospechoso aún filósofo.., SÃ; pero, sus voces estaban de más entre tanta legión satisfecha, tanto tributo conseguido y tanto y tanto PODER: Roma era, SIN matÃz posible, el AMO del orbe, el emperador era el amo de Roma y Iulia Domna HACÃA emperadores.
Por tanto, cuando en 218, la casi divina y siempre temida dama declaró que una revelación le habÃa hecho saber que su hijo, el asesinado emperador Caracalla, se habÃa unido secretamente a su sobrina, Julia Soaemias (Iulia Domna tenÃa una hermana, Julia Maesa, que, una vez alcanzado el trono, trajó con ella a Roma; ésta tuvo, a su vez, dos hijas: Julia Soaemias y Julia Mamaea -en ellas estuvo durante décadas TODO el poder de Roma; los emperadores, sus hijos o esposos, fueron tÃteres en sus manos-), y de ellos habÃa nacido un hijo, ni un susurro de curiosidad fué imaginado e, INMEDIATAMENTE, de los ojos de todos y cada unos de los senadores y demás patricios cayó la venda y vieron con claridad que aquel apuesto chiquillo que hasta entonces, ¡ciegos..!, creÃan era Sexto Vario Avito Basiano, en realidad no era otro que Marco Aurelio Antonio, emperador.
El chaval tenÃa catorce años y ya era un BORRACHO.
El matriarcado familiar decidió, ya en su más tierna niñez, que él ocuparÃa el cargo de gran sacerdote solar que estaba en su familia desde tiempos ancestrales. Fué, pues, entregado a los gremios sacerdotales que lo iniciaron en los herméticos cultos orientales...
Pero, desde que asomó -y fué, cuentan nerviosos los crónistas.., en extremo precoz- el deseo y el vicio en su carne, Elagábal (ESE era su nombre como sacerdote..; aunque, nosotros/as lo conoceremos con la latinizada denominación de Heliogábalo -¡serÃa vergonzoso recordarle con un pomposo nombre imperial que él menos que nadie mereció y más que cualquiera enfangó..!, la Historia es, a veces, MUY justa-) aplicó sus energÃas y su curiosidad a explorar las posibilidades de los licores tracios, los vericuetos de la carne tierna y cómo solaza el ejercicio de la crueldad y la tortura.
Las mujeres de su clan, una vez encumbrado al PODER, volvieron a la corte. Iulia Domna ordenó que borrasen el nombre de Macrino (asesino de Caracalla que, ¡insensato..!, se habÃa atrevido a titularse emperador unos meses...), que arrasasen sus casas y sus campos, se esclavizase a sus parientes y amigos y se entregase sus dos hijos adolescentes al capricho de su nieto.
Se enviaron mensajes a Capri... AllÃ, desde los tiempos en que el médico personal de Augusto, Filonio, ordenó cultivar opio para su dueño, habÃa una plantación célebre por lo super de sus plantas. Era sabido que Tiberio, glotón.., habÃa cogido sus niños favoritos y se habÃa instalado allà para vivir un permanente colocón; que Nerón tomaba diariamente un cuarto de litro de tranquillans, una pócima, artificio de su fÃsico, Andrómaco de Creta, hecha con carne de vÃbora y, además, un 30% de aquel opio; que todo un Tito, imprudente cuando recordaba la carne de Berenice, no habÃa podido evitar morir de una sobredosis del néctar salido de las misteriosas plantas; que Critón, el galeno del gran Trajano, lo recomendaba para el placer del cuerpo cuando el uso de los esclavos albinos es peligroso; y, ¡ay..!, que el mismo Antonino Pio, ¡tan moderado él..!, tan sólo cincuenta años antes como quien dice, se resistÃa a dejar de solazarse en los placeres que proporcionaba el consumo del tesoro de Capri. El viciosillo Heliogábalo cierto es que NUNCA gustó demasiado de las finezas del opio (preferÃa el, digamos.., enfoque dipsomaniaco del rollo -era más guarrete, vaya..; y, ya se sabe que los borrachos y el opio se llevan mal...-); pero, era muy, muy, muy voyeur...
Los mejores esclavos, los más veteranos y capaces, buscaron meticulosamente, entre las cápsulas de la miriada de adormideras negras de la plantación, aquellas perfectas donde hacer las incisiones para que el néctar fuese ex lacte ipso, de aquella "insufrible fragancia pura" que, casi sabrosón, dice el maestro Plinio... Los encargados imperiales expresamente llegados aplicaron la prueba del agua y la del fuego; y, dejaron con toda ceremonia al sol la substancia hasta que, finalmente, ¡SUDÓ! fundiéndose tal como un milagroso jugo recién cogido. No habia duda: arriesgarÃan sus cuellos seguros de la satisfacción del trono; sin más demoras, empaquetaron cuidadosamente el opio mezclándolo con semillas frescas de beleño (tal y como aconsejaba desde antiguo el maestro Menésides) para conservarlo sin mácula y se lo llevaron al emperador.
Aquel adolescente burdamente salvaje se gozó en la patética resistencia de los hijos de Macrino (uno de ellos, se nos dice.., no tenÃa aún vello; y, al otro le faltaban años para la toga viril); a los que, durante dÃas, obligó a consumir opio. Después, celebró sus quince años con el alucinante espectáculo de sus guardianes nubios, colosales machos de ébano, despojando de cualquier tipo de honor y de la más mÃnima dignidad a los pobres infelices. Finalmente, él mismo, empapado de vino griego, los CAPÓ y bebió de la sangre caliente que, en violenta catarata, se vertÃa mientras los chicos morÃan desangrados.
Se cuentan muchas cosas MÃS del reinado de aquel jovencÃsimo MONSTRUO..; ¡ay..!, esa es de las que se pueden contar...
NO llegó a cumplir, afortunadamente, los 18 años: sus mismos pretorianos, HARTOS de él, lo destrozaron con picas, lanzas, puñales, garrotes, puños, cualquier cosa... CorrÃa el año 222.
Roma, entonces, era TODO.
Siempre a su disposición, damas y caballeros.
Jaume de Ponts i Mateu
jaumedeponts@terra.es
Tortosa (Baix Ebre)
-Catalunya/UE-
15/05/04, 2157 hs. p.m.